sábado, 10 de enero de 2009

Un poco de esperanza II

La siguiente imagen esquemática contiene a la izquierda un manojo de células ciliadas, en el centro se amplia y vemos dos células, una exterior y otra más interior, a la derecha se ve más aumentada la punta de la célula ciliada, su canal está señalado con una flecha rodeado por una proteína verde. Las compuertas se abren o cierran gracias a la proteína en forma de muelle que aparece de color rojo.




Pequeñísimas vibraciones en las puntas de las células ciliadas abren o cierran las compuertas dejando pasar cargas eléctricas que generan la señal nerviosa que va hasta el cerebro.

Así transformamos vibraciones en impulsos eléctricos que el cerebro identifica como sonidos.

En las puntas, las vibraciones son más amplias que en la base; oscilaciones del diámetro de un átomo son suficientes para generar un impulso eléctrico.

Las células ciliadas del centro del manojo son más largas que las exteriores; las puntas de las células exteriores se unen a las células contiguas mediante una proteína, el muelle de color rojo del esquema, responsable de abrir o cerrar la puerta a las cargas eléctricas.
Conocer las proteínas implicadas y explicar este mecanismo es muy importante. El trabajo se lo debemos David Corey y James Hudspeth principalmente.
Esta estructura como sabéis se encuentra en la cóclea, en el oído interno, resulta muy inaccesible; por otro lado, cuando se aisla para poder investigarla, apenas dura unos 15 minutos viable ya que se daña muy rápidamente.
Tuvieron que llenar una piscina que había en el sótano de la universidad donde trabajaban con treinta camiones de cemento para conseguir aislar las vibraciones ajenas a los experimentos.
Utilizaron células ciliadas de ranas toro. Primero, obtuvieron una pequeña porción de tejido del tamaño de la cabeza de una aguja. Consiguieron rodear un pequeño manojo de 50 o 60 células ciliadas de un fino tubo de vidrio, y midieron, con un microelectrodo introducido a través de la membrana, los cambios eléctricos que se producían al mover el tubo.
"Extrema sensibilidad y extrema velocidad"
Estas palabras definen el mecanismo que explica el funcionamiento del oído, pero también las manipulaciones que hicieron en sus investigaciones.
¡¡ Resulta complicado hasta contarlo !!

Indagar en los genes implicados en la fabricación de las proteínas que participan, aunque sólo un 50 % de las sorderas tienen un origen genético, puede facilitar que se consiga una solución regeneradora de los daños de esta delicada estructura.
Otro día hablamos de genética y de regeneración.

viernes, 2 de enero de 2009

Un poco de esperanza

Aceptar lo evidente no es tan inmediato como solemos pensar. Requiere en muchas ocasiones un esfuerzo; nos aferramos a cualquier cosa que contradiga lo que no estamos dispuestos a aceptar, aunque sea poco razonable.


Hecho ese esfuerzo, en el que a veces tardamos años, podemos cometer el error de pensar que aceptar algo es renunciar a que las cosas pueden cambiar, a que pueden aparecer nuevas esperanzas, nuevos campos de estudio que traigan la tan ansiada solución a nuestros problemas.

Aceptar es tomar conciencia, reconocerse a sí mismo, pero no renunciar a la esperanza.



Investigadores conducidos por el investigador del Instituto Médico Howard Hughes, David P. Corey, están explicando el mecanismo por el que el oído es capaz de diferenciar las distintas frecuencias sonoras y que llega en el caso de los humanos a percibir 20000 ciclos por segundo; si se compara con el ojo humano entenderéis lo complejo del oído, cuando una serie de imágenes pasa 24 veces por segundo , nuestro ojo no es capaz de ver las interrupciones y lo vemos de forma continua, pero el oído diferencia cada una de las frecuencias de paso hasta esos 20000 ciclos.


Foto: John Assad, Gordon Shepherd and David Corey, Massachusetts General Hospital

Esta foto es la estructura que consigue lo increíble, es un pequeño manojo de células ciliadas, se encuentran en la cóclea y se calcula que tenemos unas 16000. A los 65 años ya se han perdido el 40 % de ellas . En algunos casos la pérdida sucede mucho antes.

¿Una pena no?

Casi se percibe la fragilidad de la estructura de la que depende nuestra capacidad de oír.

Otro día cuento como lo hacen.